mércores, 22 de outubro de 2014

Piloto: Los orígenes.

Hace tiempo que quiero hacer esto, mucho, en realidad. Sin embargo, nunca encontrara el formato adecuado en el reducido espacio que deja LCEDLP, medio de referencia del jugger en España. Por eso tardé, antes de dar inicio a este blog, que queda como poco más que una historia que contar desde dentro, un camino que comenzó a andarse un 23 de Septiembre y que, espero, me lleve lejos. Todo lo que aquí publique será mi forma de ver las cosas, no la de mi equipo, no la de mi ciudad, no la de nadie. Mía.

Mi nombre es Lume, y esta es mi historia.
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Mi nombre es Pablo Pereira, aunque en Jugger me conocen como Lume. Llegaré a eso más adelante, así que no pretendo explicarlo ahora. Conocí el jugger hace un par de años, a través de un compañero de clase, Jorge, que lo trajo desde Cantabria. En aquel momento de ignorancia plena (no teníamos ni idea de que había un grupo ya activo de jugger en Vigo), organizamos un pequeño grupo, con idea de instalar el jugger en el CUVI. Aquel grupo llegó a su fin con el espectacular número de cero entrenamientos y la sensación de que no había sido una buena idea, así que me olvidé de aquel deporte que parecía tan flipante. Pero, de nuevo Jorge, nos contactó a principios de Septiembre de 2013 con la idea de montar un equipo. Tenía ya a bastante gente, y algunos de los que estábamos en CUVI Jugger nos apuntamos de cabeza. Así nació Templarios Negros.

Eran finales de Septiembre cuando acudimos por primera vez a entrenar. Recuerdo que, desde el primer momento, quise usar un Q-Tip, así que me hice uno para ese entrenamiento. Alma hecha con una barra de cortina, corchopán y cubierto de cinta aislante fue la receta de aquel arma que duró dos golpes, literalmente, antes de que Didak me la rompiese. Es lo que tiene, las barras de cortina no son la mejor opción. Más adelante, seguí emperrado con el Q-Tip, así que hice otro con una caña bastante mala que volvió a romper, y luego un mandoble que flecteaba a dios y tenía una punta que parecía piedra. Lo normal para un novato, vamos.

Por aquella época, Templarios vivió un crecimiento espectacular. Recuerdo, al menos, a Jorge, Cristian, nuestro capitán Óscar, Didak, Julián, Pingu, Kroot, Eloy, Helena, Kaín, Noceda, Arturo, y algunos más que no llegamos a conocer. Llegó un momento en que Templarios lo componían 15 jugadores, y cada entreno aparecían nuevos. Justo en aquel momento, comenzó la discusión más tensa que hubo en el seno del equipo, debida a un aspecto fundamental: el nombre.

Templarios Negros (para quien no lo sepa) es un nombre sacado de Warhammer 40k. Eso dejaba a mucha gente fuera, porque no tenían ni idea del lore de W40K. Incluso a algunos que sí sabemos del asunto no nos terminaba de gustar, por lo que se determinó votar un nuevo nombre. Al final, el elegido fue Helena y sus Amigas. Y entonces, estalló todo. Discusiones ya cusaciones agrias, gente planteándose marcharse del equipo... con el resultado final del mantenimiento del nombre que no había elegido la mayoría, simplemente por no discutir más.

Templarios parecía abocado al fracaso. Muchos jugadores no venían, Óscar no hacía lo que debía para imponer orden y todo parecía irse a la mierda. Algunos no estábamos cómodos, y fue la primera vez que pronuncié la frase "La única solución para Templarios es pegarle fuego". Octubre avanzó y le siguió Noviembre, acercándose la primera de las fechas clave del equipo: el I Torneo Fenrir, Regional de A Coruña.

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