xoves, 6 de outubro de 2016

Un país de Ligas.

Como casi siempre al volver de un torneo, estoy efervescente. Y eso es bueno, aunque el mundo crea que es malo. Y lo cree, lector mío, lo cree, porque el mundo del jugger es, en general, terriblemente conservador. Si no, que se lo digan a Mike y su uniformidad. Esta efervescencia no se manifestará (de momento) en nuevas formas de torturar psicológicamente a equipos y jugadores, que hasta la maligna Comisión de Competición necesita descanso para valorar su maldad, pero sí me está haciendo darle muchas vueltas a los siguientes pasos a dar. Y, para ver hacia donde vamos, nada mejor que echar la vista atrás y ver lo que hemos hecho. Preguntarse -y, ahora, explicaros- por qué hemos hecho lo que hemos hecho.

Hace cosa de un año, se comenzó a trabajar en lo que, con el tiempo, cristalizaría como el Modelo de Competición, ese documento que se ha erigido para algunos en el Malleus maleficarum del jugger estatal y la encarnación de la destrucción del "Espíritu del Jugger". Ese documento -aprobado por unanimidad en la Asamblea de Representantes y que, previamente, había sido aprobado en la propia Comisión y en la Junta de Gobierno- llevó meses de trabajo por parte de un grupo relativamente grande de personas. Es fácil ver un documento de cinco páginas, anexos incluidos, y creer que se ha redactado en media tarde con un ColaCao Nesquik delante. Sin embargo, un análisis un poco más profundo -no mucho más, ojo- revela que es un documento que resume en pocas páginas todos, o casi todos, los aspectos de la competición. Requisitos para que un torneo sea FEJ, criterios de categorización, concesión y distribución de puntos, faltas máximas... en fin, es un documento bastante completo. Pero no estoy aquí para defender un documento que, en definitiva, ha sido aprobado por todas las Asociaciones presentes en aquella reunión tras ser trievaluado y que, hasta la fecha, sólo ha recibido una crítica con ánimo de mejora (Charly, guapo). Estoy aquí para contar la curiosa anécdota de cómo estuvimos a punto de condenar a las Ligas a la desaparición y por qué finalmente no lo hicimos.

Como digo, la creación del Modelo de Competición tuvo mucho trabajo detrás, muchas reuniones y muchos debates. Sabíamos que queríamos unificar el criterio para que la competición en España fuese algo estandarizado, pero lo que no sabíamos era por donde lo haríamos. Un análisis sencillo del viejo ranking -poco se reconoce el trabajazo que fue diseñarlo, montarlo y mantenerlo- arrojaba un dato contundente: el jugger era, y sigue siendo, un deporte de puntos, no de líneas. La mayor parte de los eventos, de los puntos y del interés se centraban y se centran en torneos de uno o dos días, sean estos de formato Abierto (se que os gusta el término Open, pero es un anglicismo inasumible, okey?) o Nacional. Las Ligas subsistían, pero tenían un interés llamativamente inferior. Fue en ese momento cuando se planteó por primera vez la pregunta: ¿Y si nos cargamos las Ligas?

Las Ligas de Jugger tienen una serie de problemas. El primero de ellos es su ámbito. Aunque la tendencia es agrupativa, las Ligas son, básicamente, torneos locales, en los que equipos de una zona pequeña compiten entre sí. Y, lamentándolo mucho, el mejor equipo de Vigo no es comparable al mejor equipo de Valencia, aunque se lleven los mismos puntos de Liga. El segundo de ellos es que son torneos básicamente excluyentes, que no permiten apenas competición internúcleos - que, en definitiva, es la esencia del ranking. El tercero y último de ellos es que su relevancia en el ranking era escasa frente a los torneos "normales" de entonces y que, a la hora de la verdad, no eran más que un Abierto muy dilatado en el tiempo, dado que su puntuación se daba exactamente igual que la de estos. Vistos estos hechos, la idea de cargarse las Ligas no parecía mala, en absoluto. Nos deshacíamos de un punto relativamente -re-la-ti-va-men-te- injusto y definíamos mejor el modo en que competíamos, que a la inmensa mayoría de los jugadores no les importa, pero a quienes tenemos que vender el deporte sí. 

Todas estas cosas dieron lugar a un animado debate en el que se argumentó mucho. Dado que fui la primera espada de las Ligas, me correspondió pensar -¡Vaya semanita!- cómo iba a defender las Ligas ante unos argumentos de peso y planteados por gente a la que no se convence con cuatro tontás. Y argumenté.

A mis ojos, los argumentos a favor de las Ligas son transitorios. En un jugger hipotético, futuro y perfecto, creo que las Ligas desaparecerán. O ellas o los torneos momentáneos, y me inclino más por las Ligas -partidos de cinco minutos, ya, a tu casa. Sin embargo, ese jugger hipotético, futuro y perfecto con el que algunos soñamos está lejos. El jugger actual está descompensado geográficamente, limitado económicamente y despreciado administrativamente. El vaivén de jugadores y equipos es grande, las fluctuaciones de gente también y, en ese maremagnum, las Ligas son un ancla. En primer lugar, permiten a las diversas Asociaciones organizar torneos propios, que parecerá una tontería, pero es algo importante mientras no subcontratemos estas tareas. En segundo, son en muchos casos el primer contacto con la competición de los nuevos jugadores, y facilitan la fijación de los mismos. Quieras que no, que un novato se haga 1000km hasta Casadiós del Cerro, provincia de Murcia, es más difícil que encontrarle jugando una Liga. Finalmente, considero que dan a los equipos "objetivos menores". Hace un rato hablaba con un compañero de equipo del tema y le decía que, entre un gran torneo y otro pasa demasiado tiempo, que da la falsa sensación de que queda mucho para mejorar y, de pronto, quedan dos semanas. Las Ligas son sitios en los que probar cosas nuevas, adaptar jugadores a una nueva disciplina y practicar cosas que luego levarás a los grandes torneos.  Todas estas cosas son, a mis ojos, beneficios de las Ligas que, a día de hoy, necesitamos. Y ojalá mañana no lo hagamos.

Finalmente, se decidió mantener las Ligas, dándoles incluso un peso considerable. El tiempo nos dirá si fue un acierto o un error, por supuesto, pero para eso estamos aquí: para aprender a hostias.

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Nunca he sido un tipo secretista con estas cosas. La práctica totalidad de mi trabajo, tanto para la Federación como para mi Asociación es público, aunque tampoco hago especiales esfuerzos en contar el Behind the scenes. No tengo ningún problema en escuchar, debatir e informar a quien lo pida. Considero que es mi deber y que, esté bien o mal hecho, nada de ello es vergonzante. Trabajo para vosotros, para todos.

Aprovecho para recordar a quien lea esto que el Modelo de Competición, como toda la normativa práctica de la Federación (reglamento, etc) son documentos abiertos que serán, con toda seguridad, modificados en el futuro en base a la experiencia. Aunque no tenemos por el momento plazos de modificación, como sí lo tiene el reglamento, escucho todas las sugerencias constructivas que recibo, me convenzan o no, respecto a cualquier parte del trabajo que realizo. Que si acepté una distribución abierta de puntos, puedo aceptar casi cualquier cosa.