Esta historia empezó mucho antes de la Cementery, antes incluso de la Lábaro, cuando, estando en MadriZ, me comentaron del torneo. Nos inscribimos apenas pudimos, con el reclamo de una casa en MadriZ y el torneo más grande de los disputados hasta la fecha en territorio español, pudiendo inscribir a todos los jugadores de Templarios en aquel momento (Helena, Kaín, Kroot, Pingu, Eloy, Widow y yo mismo). No decepcionaba el torneo desde el principio, con 42 equipos no era sólo el mayor torneo que hubiese celebrado España, sino el mayor del mundo, dejando de lado el Meisterchaft alemán. Así, nos preparamos durante las semanas previas, fichando como refuerzo de calidad a Kiliak, de Trenckos, viejo conocido mío de su época en Esmorgantes.
Tras la Cementery, finalmente nos pusimos en marcha. Las ganas de torneo (y no un torneo cualquiera, era nuestro primer nacional) se palpaban, y estábamos ansiosos por llegar. Yo, particularmente, quería ver si mi equipo se adaptaba bien al ambiente de los nacionales y me moría de ganas de ver a amigos y conocidos de otros torneos, como Hidras, Hipnosapos o los remanentes de los Mighty Owl's. Tal era nuestra ansia que las horas en el tren se nos hicieron eternas antes de conseguir llegar, tras muchas horas y un cúmulo de deseos de muerte lenta y dolorosa dirigidos hacia cierto busero. Pero allí estábamos, con más de dos horas de antelación, dispuestos a participar en aquel evento. A lo largo de la tarde, los demás equipos fueron llegando con cuentagotas desde distintos puntos de la geografía española, y el pabellón fue llenándose de palos y más palos. Ya de noche, tras los testeos, comenzó la primera noche de fiesta, en la que aportamos nuestra particular ofrenda en forma de una calabaza llena de Licor Café y una garrafa de Summer Templar.
A la mañana siguiente, comenzaron los partidos. Nos había tocado un grupo duro, compuesto por Midnight Fighters, los alemanes Rigor Mortis (recien coronados campeones del mundo y primeros clasificados en el Turniere, aunque no venían a tope), Spuggers, Runaways, Bearserkers y Fruitis. A priori, el único partido en que teníamos posibilidades era el de Fruitis, mix cartagenero con Brais, de Vigo. Bearserkers, equipo con el que mantengo muy buena relación, era factible si teníamos un buen día. Finalmente, ni Midnight ni Rigor ni Spuggers nos suponían un objetivo alcanzable, por lo que aprender y disfrutar eran nuestras prioridades. Runaways, por su parte, nos eran completos desconocidos en lo referente a nivel. Así, con la cabeza puesta en el cuarto puesto, empezamos la jornada, abriendo contra Fruitis.
El primer partido fue un bofetón en la cara. A toro pasado, no creo que tuviesen más nivel que nosotros, pero en cambio sí jugaron mucho mejor. Salimos completamente aplatanados y, cuando quisimos reaccionar, ya era tarde y nos habíamos fumado una derrota francamente dolorosa. Si el partido más asequible lo perdíamos, ¿qué haríamos contra el resto? Pues perder. Nuestro juego fue mejorando, pero ya era en vano, y eso no valía contra Midnight ni Spuggers. Bearserkers, por su parte, me impresionaron, pues demostraron un nivel superior al que les conocía que me hizo sentirme realmente orgulloso de ellos. El de Rigor Mortis fue un partido divertidísimo de jugar. Nos violaron (fue el único partido en que no anotamos), pero los alemanes nos lo hicieron pasar tan bien que muchos lo consideramos el mejor partido que jugamos nunca. El estilo alemán es muy de mi gusto, con armas largas y movimientos muy espectaculares, pero verlo desde fuera no es comparable a verlo desde dentro. Una gozada, vamos. Para terminar, Runaways, ya casi de noche, agotados y moralmente muy tocados. Íbamos con miedo, porque conocíamos las quejas respecto al juego sucio de Runaways, pero la verdad es que nos sorprendieron con un partido limpio y entretenido, con un buen rollo tal que, al día siguiente, Kaín jugó con ellos parte del torneo.
Como últimos clasificados, al día siguiente nos tocaba disputar un partido eliminatorio contra un sexto clasificado. El que ganase, jugaría el resto del día, el que perdiese, se iría para casa. Nuestro rival era Tsuruchi Samurais, en cuyas filas estaba adoptada Irene, otra viguesa. El partido fue igualado (detalle que me alegra, dado que tenían a varios ex Tercios B), pero casi al final, estando por debajo, cometí un error de cálculo al suicidarme contra su cadena, le di una piedra de menos a mi corredor, lo que le impidió marcar el punto y nos puso imposible conseguir forzar el jugg de oro. Nos despedíamos así de nuestro primer nacional con un pleno de derrotas y un sabor amargo en la boca.
En el plano estrictamente deportivo, la Atun no fue tan mal torneo como los resultados anuncian. Somos un equipo joven, con jugadores que nunca llegamos a salir del nivel bajo en una comunidad sin demasiado nivel de por sí, y contábamos con tener un resultado mediocre. A pesar de ello, este torneo puso de manifiesto muchas de nuestras carencias, algunas de las cuales pudimos ir solucionando sobre la marcha, mientras que otras quedaron en el tintero. Personalmente, tuve un torneo pésimo, arrastrando la desazón de torneos anteriores, que terminó en un cambio de arma, dejando, creo que para siempre, el N-Tip. Fuera del campo, no obstante, aunque aún en el ámbito deportivo, este torneo sirvió para unir e integrar mucho más al equipo. Procuramos que, aparte de compañeros, todos seamos amigos, y la Atun fue el momento en que esos lazos, esos apoyos, se hicieron tangibles. Si cae uno, caemos todos, y no se dejó caer a nadie.
A nivel personal, ¿qué decir? Los torneos de jugger son otro rollo. Ya es casi un año viviéndolos, y no hay nada que se le compare. La posibilidad de ver de nuevo a viejos amigos, especialmente de la Summer (de la Lábaro venían menos), a ex compañeros de equipo, de conocer nuevos jugadores, todo eso hizo especial a la Atun. Mención especial a los alemanes de Rigor Mortis y Zonenkinder (adoptados por Valar) que estuvieron por las noches con nosotros, cuyo sentido del humor, afición por beber y simpatía nos marcaron a todos, mención aparte de un gesto de deportividad de cierto jugador alemán que me siento agradecido de haber podido presenciar.
Lo peor de la Atun fue no ser capaces de dar nuestro máximo cuando darlo era necesario. Lo mejor, sin duda, que todos terminamos el torneo deseando resarcirnos en la Winter. Durante la noche del Domingo y el viaje del Lunes, nos animamos mutuamente y, donde en otros tiempos habría anidado la desesperación, sólo había determinación.
Como Bonus Track, una pequeña anécdota: en este torneo se oficializó (con gran éxito de crítica) el grito de guerra de Templarios, que da nombre a este blog: ¿Qué se hace con las brujas?¡Quemarlas!¡Y qué se quema, aparte de las brujas?¡Más brujas!¡Vamos, Templarios!¡Vamos!. Buena parte de la ronquera galopante con la que volví se la debo a este grito.
_________________________________________________Con esta crónica termina la historia de Templarios Negros. El resto está aún en proceso de acontecer, y lo iré narrando a medida que suceda. A día de hoy, Templarios sigue entrenando duro, con un nuevo fichaje (Porta), con la mirada puesta en los tres próximos torneos en los que espera participar: la III Liga de Vigo, el II Torneo Fenrir y la III Winter Cup. Lamento la brasaza y espero que esta historia te haya gustado tanto como me gustó a mí vivirla.