martes, 26 de xullo de 2016

La cara y la cruz: VII Summer Cup.

Me echáis de menos y lo se. Nunca he pretendido defender que este blog -que no deja de ser un espacio personal- esté a la altura que, por constancia y/o interés, puedan tener otros, aunque siempre anima encontrarse a quien te dice "tío, hace demasiado que no escribes en el blog, deberías volver". Se lo achaco a que LCEDLP ha rebajado mucho su ritmo de contenido original y a que Aritz es un flammer, mientras que yo soy gordito, achuchable y con un acento gracioso. Jódete, cabrón, te robo hasta los tachados, da magpie is in da house. En cualquier caso, como creo que resulta evidente, no llevo una buena racha de tiempo y ganas, y el blog se ha resentido. Vuelvo a las andadas, como siempre cruzando los dedos porque dure el arreón, para hablar del último torneo que he disputado, la VII Summer Cup de Cantabria, "La Deseada".

Haciéndome cargo como me hago del esfuerzo que ha supuesto para muchos jugadores, me siento particularmente orgulloso de mi parte de responsabilidad en este asunto. Llevo dos años defendiendo el traslado de la Summer Cup bajo el argumento, tanto de la distribución geográfica, como de lo insalubre que es jugar a 40º, y un año defendiendo a Cantabria como sede. Aunque no es que Cantabria sea lo que más cerca nos queda (más o menos a la misma distancia de Madrid), el paso era necesario, y me alegro mucho de que se diera. En este torneo, muchas cosas estaban en juego, y no puedo negar un nerviosismo impropio de alguien que, teóricamente, no se jugaba nada en el éxito o fracaso del torneo. Sin embargo, la respuesta ha sido espectacular: siete de los diez equipos del Top 10 acudieron, con un total de 39 equipos y uno de los torneos más grandes de España. Esto, por qué no decirlo, me ha llenado de orgullo. Los gallegos estamos acostumbrados a los viajes largos, pero los sureños no, y debo agradecerles el esfuerzo que han hecho.

Entrando ya en materia, Ruins partía con cierto optimismo. Aunque Thara, nuestro último fichaje, no podría debutar - dijo algo sobre aceptar a alguien como su salvador y viaje barato a Polonia -, el resto sí podíamos asistir. Por desgracia, somos un equipo pequeño, y debíamos reforzarnos para ir en un número decente. Pau, de nuestros amigos barceloneses, Suricatos, y Porte, freelancer vigués, fueron nuestros refuerzos tras el Pardus interruptus (te quiero, Pardo, no lo olvides). Parecía suficiente, de modo que salimos de Vigo, rumbo a Cantabria. Por el camino, sin embargo -en el que convertimos un viaje de seis horas en uno de trece a base de paradas-, llegó la primera mala noticia: Koi tenía que volver a Vigo. Aunque, finalmente, forzó para jugar el sábado, era un mal presagio que empañó el camino. Una vez en Santander, y ya reunidos con Pau, nos fuimos pronto a dormir con la cabeza puesta en el día siguiente, donde nos esperaba un grupo teóricamente asequible compuesto por Verracos, Ragnarök, Cova Céltica y Pandapaches.

Abrimos la mañana contra Cova, en el derby vigués. Lo bueno y lo malo que tiene un partido que se juega tres días por semana es que nos conocemos de memoria. Pésima primera parte de Cova, que sigue jugando contra nosotros con un miedo irracional y que nos dio la ventaja suficiente para no tener que sudar para mantener la victoria en la segunda parte, a pesar de su notable mejora. Lo comenté con varios jugadores en el propio torneo, tanto referente a este partido como referente al de Ragna: si llegan a jugar contra jugadores con una bolsa en la cabeza y el nombre tachado con un rótulo blanco, ganan. Cova tiene que perderle el miedo a los nombres de los equipos para demostrar el nivel que realmente tienen. Por nuestra parte, tras la victoria, nos dirigimos al partido de Verracos, el "fun match" del torneo. La idea era no matarnos y aprovechar para aprender. En lo que a mí respecta, era la oportunidad de medirme a cazas de referencia y, aunque lamenté no tener a Álvaro enfrente, Mike y, en menor medida, Losa, cumplieron mis expectativas. Parecía que iba a ser un partido de trámite para ambos, pero entonces una mala caída hizo que Gaba se sacase el hombro. Eso nos dejaba sin caza, con un jugador menos y siendo cinco al día siguiente. La desesperación empezó a hacer mella y, entonces, llegó Ragnarök. Yo no se qué cona nos pasa a nosotros con Ragnarök, pero no somos capaces de jugar centrados. Tras verles jugar con Cova, deberíamos haber podido con ellos, pero ni por asomo. Entre que Ragna es Ragna y que nosotros estábamos tocados por la baja de Gaba, los coruñeses pasaron por encima de nosotros. Partido agradable y divertido pero, una vez más, la cabeza, nuestra asignatura pendiente. Otra vez será. Mismo guión, punto por punto, contra Pandapaches, y mismo resultado (no literal, pero para el caso tanto da). Considero que deberíamos haber sido capaces de quedar segundos en nuestro grupo, pero el caso es que un cuarto puesto nos dejaba sin opciones de acceder al ansiado Top 16.

Para redondear el día, debíamos competir con otros terceros, cuartos y quintos para aspirar a disputar los puestos 17 a 32, y decidimos emplearnos a fondo. Nuestros rivales fueron Ni Knights, Silvanos y Surferos del Ebro. El objetivo era clasificar como mínimo segundos, y lo conseguimos con victorias relativamente tranquilas sobre Ni Knights y Silvanos y derrota por un punto frente a Surferos del Ebro. Como nota al margen, a pesar de la rabia que nos dio esta última derrota -partido ajustado y entretenido-, resultó providencial para el día siguiente, como comentaré más adelante.

Segundos de grupo, nos asegurábamos el puesto 32 y deberíamos luchar al día siguiente por alcanzar el 17. Esa noche, sin embargo, ante las bajas de dos de nuestros siete jugadores y las molestias físicas de otros, planteamos la posibilidad de retirarnos del torneo. Las opiniones eran diversas pero, finalmente, Estéfano y yo decidimos quedarnos, mientras que Celia decidió marcharse. Eso nos reducía a cuatro, de modo que decidimos reventarnos al día siguiente. Contábamos con que la mayor parte de los equipos prefieren un cuatro para cuatro  antes que una victoria en superioridad numérica, y nuestra determinación fue conseguir que nuestros rivales se viesen forzados a salir cinco para doblegarnos. Con esa idea, nos fuimos a dormir y, a la mañana siguiente, nos levantamos deseando morir fuerte, dispuestos a morir en Astillero. Se nos acercó entonces Porta con una propuesta. Dado que Cova Céltica había quedado eliminada, nos ofreció a un jugador. Tras consultarlo, decidimos aceptar, a condición de no elegirlo nosotros. Consideramos en aquel momento -y creo que teníamos razón- que era injusto elegir entre quienes nos ofrecían aquella inesperada ayuda. Tres jugadores de Cova (Antón, Porta y Rober) se presentaron y disputaron a suertes quién jugaría con nosotros. Rober fue el ganador, y se unió a nosotros. Solicitamos permiso a organización para la cesión y a los equipos con los que jugamos, algo que todos nos concedieron, y empezamos el árbol eliminatorio.

He dicho ya que perder contra Surferos fue providencial. Por no-tengo-muy-claro-qué, había una rama del árbol abiertamente más sencilla que la otra. Todas, quede claro, eran un desafío para nosotros, pero dudo que hubiésemos alcanzado los resultados que conseguimos de haber estado en el otro lado del árbol, donde recaló Surferos del Ebro. Abríamos contra Pandapaches -¿En serio?¿Van a volver a apalizarnos?-, pero esta vez el guión cambió y pudimos imponernos. Quiero aprovechar para aplaudir sinceramente a Jugger Asturias y su colosal crecimiento y para felicitar a Sara, probablemente la jugadora que más me ha frustrado del torneo. Victoria y al siguiente, los santiagueses Nord Mead, partido que se preveía duro y que resultó en un encuentro divertido que terminamos por llevarnos. Para este momento, yo ya estaba dejando de jugar con cadena, porque mi hombro derecho estaba diciendo basta. Al tumor que me ha salido en el omóplato le llamo Tim. El caso es que empecé a jugar de corredor, disputando toda la segunda parte en dicha posición, algo que lejos de molestarme, me hizo cierta ilusión. Tras esta victoria, nos cruzamos con los coruñeses Espantapájaros -¿Dejaremos en algún momento de cruzarnos con gallegos?. Tras intentar jugar de cadena, y ante la violación anal que estaba perpetranto Darío sobre mi persona -Se que tienes truco, maldito, pero no tenía tiempo ni físico ese día. Ya me vengaré.-, volví al centro de la línea como corredor. El partido fue igualado, hasta el punto de que, a menos de diez piedras, íbamos empatados. Un punto perfecto dejó a todo Espantapájaros en el suelo y a mí corriendo hacia base con un "Se terminó" en la cabeza. Y, en ese momento, el horror: las piedras se detienen, el punto se acaba y empate en una fase en la que no se permitían. Se me cayó el alma a los pies de la idea de tener que jugar otra vez ese punto, y no puedo menos que aplaudir el enorme gesto de deportividad de Espantapájaros, que pidió que el punto se concediese al ser claro. Organización, sin embargo, no lo autorizó, y debimos repetir el punto. Por suerte, volvimos a anotar y, esta vez sí, se terminó el partido, uno de los más largos de mi vida. Es lo que pasa cuando estás gordo, que una carrerita te parece una maratón. Tras esto, nos esperaban Team Hunter, con quienes habíamos estado hablando un rato, evidenciando que nadie quería jugar realmente y bromeando acerca de jugarnos el resultado a piedra, papel, tijera. Los alicantinos, por su parte, hablaban bastante más en serio que nosotros, de modo que nos ofrecieron su retirada. Destrozados físicamente, aceptamos. Desde aquí, espero que nos crucemos un poco antes en otro torneo, porque me he quedado con las ganas.

Finalmente, un puesto 17 bañado en sangre, sudor, lágrimas y musculaturas destrozadas. Un puesto que habría firmado el jueves y que me supo a poco el Domingo. Pagamos en exceso el mal juego del Sábado y nuestra falta de frialdad mental, que podrían habernos dejado en el Top 16. Pero bueno, es inútil llorar sobre el jugg marcado.

Obviando el cansancio y al pequeño Tim, he de decir que me ha gustado el torneo. Aunque nada es perfecto, creo que los fallos organizativos vienen, sobre todo, de los errores de novato, pues es el primer torneo de este calibre que organiza Cantabria. Por contra, los organizadores se mostraron siempre dispuestos a ayudar ante cualquier problema y se dejaron la piel por hacer que todos los fallos se solventasen. Yo, personalmente, me marcho satisfecho con el torneo en sí, y me parece que es la opinión general. Espero no estar en la pola y ver sólo lo bueno.

Finalmente, os recomiendo estar pendientes, porque en los próximos días saldrá el nuevo ranking y... bueno, será interesante cuanto menos.

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Quisiera añadir unas palabras acerca de una lacra cada vez más frecuente en los torneos: los robos. Este torneo han desaparecido algunas cosas de valor, y eso me indigna como habitualmente. Sin embargo, no ha sido lo único, porque algún impresentable ha tenido los cojones de robar 900 euros, que eran el pago del autobús gallego de vuelta. Sepa usted, si me lee, que es una mancha en este deporte y en el ambiente de unión que se respira en los torneos. Ha robado a gente que, en muchos casos, tiene que hacer sacrificios para venir a un torneo "cercano", arriesgando su vuelta a casa, donde muchos tienen obligaciones. Si aún le queda a usted un mínimo de dignidad, hará llegar ese dinero a aquellos a quienes se lo sustrajo. Si ni eso le queda, espero que un día cometa usted un error y reciba el castigo que merece por su acto.