Helena tiene muchos defectos. Muchos. Como cualquiera. Tiene sus vicios, sus virtudes, sus dudas y sus seguridades. Como cualquiera. Pero era, sin duda, la mejor opción para Templarios, por varios aspectos. El primero es que era una jugadora que, desde el principio, había demostrado un compromiso encomiable con el equipo, algo que, por sí sólo, no implicaba demasiado (Kaín, Didak o yo mismo poseíamos esa cualidad), pero que era la primera condición indispensable. El segundo es que era la jugadora con más contactos del equipo, lo que nos dejaba dentro de la comunidad, plenamente comunicados con otros núcleos. Y el tercero que, para mí, es el más importante, es que todos la adorábamos. En aquel momento, era la única chica del equipo, y sentíamos por ella una mezcla de cariño y proteccionismo que fue muy importante. Cualquier otro tendría que haberse esforzado mucho para ganar la lealtad que teníamos todos hacia Helena desde el primer minuto. Esto puede parecer una chorrada, pero no lo es. Helena fue la demostración de que, con un buen capitán, un equipo puede cambiar de rumbo y llegar lejos.
Recién elegida, comenzó el periplo que supuso la I Xabaril Cup, de la cual nos enteramos, votamos e inscribimos el último día de plazo. No nos lo pensamos demasiado, y de pronto estábamos camino de Santiago para jugar. Por parte de Templarios, acudimos Helena, Pingu, Kroot, Kaín, Sapoconcho y yo mismo, reforzados (quizás un poco de más, que los pedimos antes de saber cuantos éramos) por Axel, Tony e Ichi, de Corvos. Los cruces nos depararon partidos contra los locales de Meigha, Valar Morghulis, Blaster Wings y Carmiña Vacaloura, un mix de frees.
No voy a entrar en el partido a partido (derrotas contra Meigha y Valar, victoria en jugg de oro contra Blaster Wings, y victoria contra Carmiña Vacaloura), pero pasamos a la siguiente ronda, donde nos tocó cruzarnos de nuevo contra Meigha. Aguantamos la primera parte, pero no la segunda, y terminamos por caer frente a los que, finalmente, se llevarían el primer premio. Sexto puesto y a casita.
Pingu, Kaín, Sapoconcho, Lume, Helena y Kroot. Por los suelos, Tony, Axel e Ichi.
Lume, Sapoconcho y Helena, contra Blaster Wings.
Pingu, Kroot y Helena, contra Carmiña Vacaloura.
Este torneo supuso un nuevo punto de inflexión. En primer lugar, nos demostró que un capitán efectivo cambia mucho las cosas. No fue sólo jugar mejor, fue la sensación de que ya estábamos dentro. Y, en segundo lugar, nos hizo ver sin dudas que necesitábamos un kette, dado que en ese momento no teníamos y dependíamos de pillar un free (y no todos los días tu capitana se saca un Tony de la manga). La diferencia entre tener o no es tan abismal que asusta. Así, si el Fenrir fue un Torneo que nos dejó tocando fondo, la Xabaril, por el contrario, fue un torneo que nos dejó muy buen sabor de boca y la sensación de estar caminando en la buena dirección.
Finalmente, como anécdota, teniendo muy recientes las quemas, y habiendo sido yo su instigador, mis compañeros decidieron para mí el apodo que luzco con orgullo en mis camisetas, y por el que se me conoce en este, nuestro deporte: Lume, que, para quienes no dominan la lengua de Pondal, significa Fuego, y que simboliza lo que es obvio. También nuestro grito de guerra ("¿Qué se hace con las brujas?¡Quemarlas!¿Y qué se quema, aparte de las brujas?¡Más brujas!") surgió en este torneo, antes del partido de cuartos contra Meigha, como una broma que nuestra Capitana no nos dejó sacar adelante (por si se ofendían, tsk, tsk), razón por la cual no empezamos a usarlo hasta el primer torneo al que acudimos todos tras este, meses después, y ya desaparecidos Meigha.
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