El viaje empezó el viernes de mañana (muy de mañana). Viaje en tren, 13 horas menos eternas gracias a la buena compañía de Jessi y Kiliak, con algún enganchón con un hipsta de la vida, y de pronto estábamos en
Esa misma noche, armados con la garrafa de Sangre de Orko (precioso y delicioso brebaje que conseguí que fuese negro con toques verdosos), mi equipo y yo nos dispusimos a dar la bienvenida al mismo a los dos freelances que habíamos fichado para la ocasión: Cée de Trenckos y Perchita, hermano de Kroot, de Dora's Fury. Tras el consiguiente ritual, bebida incluida, comenzamos a analizar a nuestros rivales: Tercios (¿Esos quienes son? Deben ser nuevos, no les conoce ni el tato...), Ravens, Feedbacks, Tribu Mahud y Hellfire. Por supuesto, poco pudimos sacar en claro, pero ubicamos (creo que acertadamente) a los equipos según su nivel respecto al nuestro. Terminada la introducción,
El primer partido lo abrimos contra Tercios, encajando una abultadísima derrota. Algunos teníamos algo de miedo por este partido, personalmente Tercios nunca fue un equipo que me gustase y, en ocasiones, ciertas cosas que hicieron en el campo no me gustaron. Sin embargo, nos dieron un partido bonito y agradable, evidentemente tranquilo por su parte, pero con la sensación de respeto que algunos equipos grandes no tienen hacia los pequeños. Por destacar algo por encima del resto, me marcaron las pedradas que soltaba Garnés, que no es que tire fuerte (al menos sus golpes no duelen), pero el arma te la barre que da gloria. Y los apoyos... Ranjo puede no ser el Q-Tip que quiero ser de mayor, pero sin duda es el escolta que quiero ser de mayor. 22-1 de final y a pensar en el siguiente partido, contra Feedbacks.
El de Feedbacks fue un partido amargo para mí, porque nuestros niveles eran parejos pero tiramos el partido. Los partidos igualados con bajas puntuaciones es lo que tienen, cometes dos errores tontos (literalmente) y, de pronto, el rival te saca cuatro puntos. Un 8-4 amarguísimo, ya digo, que me hizo perder por primera vez los nervios, cometiendo una falta de deportividad que, si bien ni los árbitros ni mis compañeros decidieron sancionar finalmente, sí me avergüenza haber cometido y me hizo plantearme seriamente las cosas. Tercer partido contra los valencianos, tercera derrota, espero romper el gafe a la siguiente.
Tras esta derrota, tocaba el turno de Hellfire, equipo murciano que no nos dio grandes problemas. Jugando de un modo más ofensivo y mejorando los apoyos, conseguimos alcanzar un 9-2 que nos hacía soñar con la clasificación.
A continuacion, Ravens, en el que fue uno de los partidos más extraños de mi vida. Nos planteamos un partido para disfrutar y aprender, y ciertamente fue así. A pesar de ello, dos golpes que no noté (al menos uno de ellos con la bola de la cadena en la planta del pie) supusieron dos graves, teniendo que decirle al árbitro que si era grave, estaba fuera. Primera expulsión de mi vida, no inmerecida, pero sí absurda, porque no tenía sentido hacer faltas en un partido que ni nos planteábamos disputar, algo que quise explicarle más tarde a Ravens en persona. Los valencianos se mostraron comprensivos, algo que agradezco, dado que es un equipo al que tengo un cierto cariño desde la Summer. 11-2 de final.
Por los demás cruces, el partido de Tribu era importantísimo: si ganábamos, Tribu, Feedbacks y nosotros mismos formábamos una tríada empatada a puntos por dos puestos. Si perdíamos, estábamos penúltimos de grupo y con posibilidades de no jugar al día siguiente. Salimos a por todas, tras cantar A Rianxeira a pleno pulmón, pero los cartageneros plantearon mejor su partido. Nuestros niveles, de nuevo, no distaban, pero los de púrpura plantaron una línea muy sólida y terminaron por llevarse el partido por 7-4. Magnífico ambiente, muy buen rollo y deseando repetir contra ellos.
Terminado el día, nos inscribimos para el "Torneo de Remancos", que determinaría las posiciones desde la 33 a la 47.
Finalmente, a nivel personal, he de decir que la Atun quedó atrás. Desde que cambié de arma, me fui sintiendo más y más a gusto, y la Winter fue una prueba magnífica de ello. El camino es largo, y queda mucho por recorrer, pero al menos me siento satisfecho. Por otro lado, sigue siendo un placer encontrarse con viejos amigos, hacerlos nuevos y sentirse como en casa en cualquier punto de la península en el que alguien enarbole un palo.
Gracias a todos.
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