Le debo, improbable lector, dos resúmenes. Uno de la Winter Cup, que no hice, a la espera de que Achovisual suba fotos en las que salgamos. Otro, de la II Jornada de la Liga de Vigo, que no hice porque no quiero hacerlo. Este blog no es un jornal, no es un diario deportivo, es un espacio de opinión personal. Haré ese resumen más adelante, o no, en función de mi estado de ánimo pero, para mí, el Domingo pasado no sucedió.
Sin embargo, quiero usar esta entrada para presumir de ciudad. Quiero usar este espacio para presumir de Vigo.
"Enterrado está nun córner do país o noso farrapo bicolor", cantaba Siniestro Total. Y carallo si es cierto, estamos en una esquina del país, dejados de la mano de Dios, olvidados cuando no despreciados. Simpáticos, xeitosos, luchadores. Porque jugar al Jugger en Vigo no es fácil. Esta foto, correspondiente a la ultima jornada de Liga, apenas sirve para evaluar el estado real del campo de As Prantas (por el que aún debemos dar gracias). No se ve bien el barro, no se siente el frío, los pies empapados. Hasta la niebla, en algunos casos tan densa que era imposible distinguir al equipo rival desde la línea de salida, no aparecía en este momento concreto (Brenckos-Gallaecia, por cierto).
Tampoco en esta foto de la "Winter" Cup murciana se ve el pedazo de viaje que estos chavales realizaron, atravesando la península. No se ven los nervios, no se ve la determinación. No aparece un cheque que constate lo que cuesta a un vigués este viaje. No se ve su esfuerzo. No se ve su sacrificio.
Empecé en esta mierda (el jugger, no escribir blogs) hace año y medio. Cuando llegué, Galicia era la última mierda, no salíamos. Mi ciudad tenía tres equipos, salía de un proceso profundamente traumático, con rencillas soterradas. Cuando llegué, Vigo estaba herida de un modo sucio y doloroso.
Hoy, somos seis equipos. Hoy, somos capaces de mandar tres equipos (y otro repartido entre los tres primeros) a la otra punta de España. Hoy, las rencillas no son más que pasado. Hoy, somos una piña. Hoy, nos hallamos en la antesala de un futuro brillante, cimentado en el esfuerzo, el trabajo y el compromiso. Hoy, me siento orgulloso de Vigo.
E, se chove, que chova.
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