luns, 29 de decembro de 2014

Equipo.

Equipo, interesante palabra. ¿Qué es un equipo?¿Es sólo un grupo de jugadores, o es algo más?¿Qué hace a un equipo tal? Para responder a estas preguntas, sólo puedo, como buen gallego, recurrir a otra pregunta. La Pregunta.

Por suerte o por desgracia, viví la fundación de cuatro equipos, la evolución de uno ya existente y la desaparición de otro. Quizás el tamaño muestral no sea muy grande, pero lo considero, desde luego, suficiente. En todos ellos he percibido que mis impresiones eran acertadas. La Pregunta y su consiguiente respuesta lo son todo.

La mayoría de equipos aparecen cuando un grupo de personas, más o menos conocidas, deciden formar un equipo. Es habitual que se formen a partir de grupos de amigos, aunque también pueden formarse por iniciativa de jugadores veteranos que reunirán novatos para quese agrupen. Todos esos equipos nuevos empiezan torpes descoordinados, pero poco a poco van conociéndose en el campo. Los vicios, las virtudes, qué puedes pedir y qué no. Los jugadores evolucionan, dentro y fuera del campo, física y mentalmente.

Y entonces vienen los problemas.


Unos jugadores buscan en el jugger unas cosas y otros buscan otras, y eso es lógico y aceptable. El problema, claro está, es que jugadores con puntos de vista irreconciliables no van a encajar en el mismo equipo. Por eso, llegado el momento, todo equipo se hace la Pregunta: ¿Para qué queremos el equipo?

Es una pregunta muy importante, a la hora de la verdad. ¿Queremos un equipo por el postureo, o queremos salir de nuestra ciudad e ir a torneos?¿Queremos ir a los torneos a emborracharnos y conocer gente o a competir por mejorar y ganar? Todas estas opciones son plenamente legítimas, cada uno juega al jugger para lo que le apetece. Sin embargo, decidirse por una es importante, un jugador que quiera competir no va a estar a gusto en un equipo que no quiera salir de su ciudad.

En general, la Pregunta no se suele hacer una única vez. Es habitual que un equipo nuevo responda automáticamente que quiere competir, pero pasado un tiempo, es necesario volver a plantearse las cosas, con más recorrido y visión. Y, a veces, ni de ese modo se logra la cohesión deseada. Y los problemas vuelven.

La razón es muy sencilla, y se resume en una sola palabra: compromiso. Un buen jugador puede perfectamente jugar con un mal jugador, y eso entra dentro de las ambiciones de cada cual. Un jugador mejor que su equipo siempre puede esforzarse porque el resto mejore y le alcance. Sin embargo, un jugador con compromiso no suele poder jugar con un jugador sin él. Al cabo de un tiempo, y nunca excesivo, el jugador comprometido empezará a plantearse por qué está con alguien que no se compromete, por qué si él invierte tiempo y ganas en mejorar y competir otros no lo hacen. Y eso, a la larga, termina con alguien fuera del equipo.


Porque, al final, independientemente de la relación fuera del equipo que tengas con cada miembro del mismo, en el campo lo que cuenta es otra cosa. La confianza nace del compromiso, y tu confianza nace de ver a tu lado a quienes luchan tanto como tú, sean mejores o peores. La confianza nace de llenarse de barro helado en invierno y rozar la deshidratación en verano, de correr hasta la última piedra, de no darse por vencido. Nace de levantarte del suelo, con la equipación que parece de Gossenhauer, y ver a tu compañero exactamente igual. Eso es compromiso. Eso es confianza. Los lazos, comentaba hoy mismo con un gran amigo, se hacen y se deshacen, y en un deporte de equipo, los lazos se forjan en el campo. No en un chat. No en un bar con una cerveza delante. Disfruto como el que más con una cerveza de tercer tiempo, bien con jugadores de Vigo, bien con mi equipo por nuestra cuenta. Pero eso no aporta nada si no nace de un compromiso y un luchar por mejorar constante.

El esfuerzo, en jugger como en tantas cosas, es lo único que importa.

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